miércoles, 17 de diciembre de 2014

Un día como hoy




Un día como hoy estaba jugando con más amigos de los que puedo contar con las manos y con más energía que un cohete.
Un día como hoy reí a carcajadas de alguna estupidez que no recuerdo, pero que en el momento valió más la pena que cualquier tratado de paz.
Un día como hoy  me di cuenta que lo que se siente  en el pecho y detrás del ombligo sigue siendo el corazón. Aprendí que se rompe más fácil de lo que se arregla pero que el tiempo cura u olvida. Gracias a Dios.
Un día como hoy perdí varios amigos. Y conocí al mejor.
Un día como hoy aprendí que la gente no quiere excusas de otros, pero se excusan ellos mismos. Por eso aman a Dios.
Un día como hoy, hace mucho tiempo,  supe que la almohada no es buena para la columna, que el alcohol es malo para la salud, que no se debe cantar en la mesa, que las escaleras se suben del lado derecho, ser bueno con el vecino, que hay que pedir permiso, bañarse diario, usar ropa interior y a no estirar el cuerpo en una reunión. No lo aprendí muy bien.
Un día como hoy aprendí que besar amores fugaces nunca es solución. Al otro día se me olvidó.
Un día como hoy aprendí que hay que reconocer la culpa y a perdonar sin olvidar, por precaución.
Hace mucho tiempo, un día como hoy, fui totalmente feliz frente a un río con rocas que miran al sol.
Un día parecido al de hoy me di cuenta que quienes más te quieren son los que te hacen sentir peor. Y después de todo, sigue valiendo la pena.
Un día como hoy manejé mi primer carro y me sentí libre. Un día como hoy lo choqué por primera vez  y siento que lo que más se rompió fue mi corazón.
Un día como hoy me di cuenta que no se puede tapar el sol con un dedo, la infelicidad con maquillaje, las penas con alcohol, ni la soledad con muchedumbre. Y que los adornos navideños no se ven bien de día.
Un día como hoy desilusioné, mentí, callé sin razón. Hice daño a personas que amaba y a gente que me quería mejor. Ése día aprendí una lista de cosas que no puedo poner en letras sino en emoción.
Un día como hoy me di cuenta que se puede amar apurado, respirar sin vivir y hablar con silencios.

Un día como hoy. Qué diré en unos años del día de hoy?

Proponiendo lo obvio



Vamos a quitarnos la ropa en lo que se hace el té.
Porque cuando esa puerta se cierra y el mundo se pausa, mi alma se abre.
En lo que se hace el té, te permito disfrutar de esta agridulce ilusión de que soy tuya, mientras cada poro de mi piel se asegura que eres mío.
Mientras el agua hierva y la tierra gire, mi mente descansa en este sueño realista que se forma en tu pecho, y tus labios narran combates en mi cuerpo de locura.

Recoge la ropa del piso, que éste es el mejor té de mi vida.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Un Mundo

Hoy quiero vivir contigo y vivir por ti.
Se me olvida ver el cielo,
no recuerdo el sonido del mar,
Hay noches que ya no duermo porque no puedo soñar.
Mi nariz no se da cuenta que me cuesta respirar.

Hay que apreciar las sonrisas;
estoy aprendiendo a rezar.
Apenas voy entendiendo qué fácil es perdonar.
Y la vida me pasa, me pasa,
sin yo verla pasar,
O sentirla, o admirarla,
o creerla tan genial.

Voy caminando por calles.
Calles de nadie, calles mías.
Y estoy pensando en ti.
Estoy pensando en mi vida.

Qué ilusos somos
de creerla nuestra, a nuestro alcance.
Qué egoístas estar en ella
sin ayudar a nadie.

Opino, opino,
digo todo, entiendo nada.
Desilusión de mí misma, de mi alma, de mi espada.
Espada que prometí blandir
para defender al débil, ayudar al indeciso,
amar al ignorado en el momento preciso.

Es entonces que la imagen del espejo me ve fijo.
Inclina su cabeza.
Evita mis ojos, ataca mi entereza.
Critica mis decisiones y mis proezas.
Y me hace sentir
el último eslabón de la cadena.
De una cadena anti-humana.
Una despectiva, injusta, ingrata.

Y yo levanto los ojos.
No le arqueo la espalda.
Le sonrío a la vida porque aún hay esperanza.
Porque hay nuevas oportunidades que no vienen con el alba.
Que las hacemos creyendo,
que las hacemos con calma.

Me abro a los sueños locos, a las sonrisas, al drama.

A proteger a mi mundo siendo buena, desde dentro.
Y sin conocerte, sin rogarte,
sin decírtelo al oído.
Hoy voy a vivir por ti.
Hoy quiero vivir contigo.





martes, 23 de septiembre de 2014

La niña aquí dentro

Calma mi soñadora.
Quieta, tranquila, reposa.
No puedo pensar otra cosa
cuando tus juegos agotan.

Dame un respiro, mi niña.
Dame una pausa, un silencio, otra cosa.
Cinco minutos de calma,
un rato sin ser belicosa.

Deja de actuar como antónimo,
no corras más por mi cabeza.
Tranquila mi soñadora,
ya duerme mi niña bella.

Juega pero hazlo sola,
tengo que ser más madura.
Esas risas y tus cantos me desvían sin ayuda.

Mi niña bella caprichosa.
Déjame actuar como adulta.
No me sonsaques a juegos si sabes que todos me gustan.
No seas tan divertida, tan positiva y astuta.

Ya no puedo buscarte animalitos en las nubes,
ni deseos en las flores,
ni sorpresas en los dulces.

Mi música no tiene letra,
mi tiempo corre más lento.
Y tú sigues retozona, escandalosa y atenta.
Adorable y cariñosa.
Tan divertida y risueña que me haces olvidarme
de ser más tranquila y seria.

Calma mi soñadora,
Duerme un rato mi princesa.
Jugaremos en mis sueños porque la vida me espera.

Trozo de vida incompleta



Nada más se lo permitieron una vez.
Una vez sin segundas oportunidades
y sin males.
Una vez para ser feliz.

La tomó como se toman los consejos:
sin creerlo y sin tenerlo.
Pero lo hizo así.

Respiró matices de su vida.
Colores puros, sin mentiras.
Cerró los ojos y abrió el corazón a lo externo, 
a la duda.
Se aceptó.

Es entonces donde se deja de contar 
lo sucesivo y reductivo, y
donde los pies aligeran al alma 
y la calma es eterna.

Porque de tanto caminar 
el pasillo se estrecha porque se crece.
Y la proximidad envuelve 
porque se espera.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Monólogo - Él era un desastre


    Él era un desastre. Pero era mío.

    Recuerdo la primera vez que lo sentí. Lo sentí desde adentro, sin verlo. Mi cuerpo giró y ahí estaba él. Como si tuviera una fuerza gravitacional propia diseñada perfectamente para atraer a la mía. La cosa más desaliñada que he visto, la más hermosa.

    Pude ver su alma vieja en sus ojos de niño. Su curiosidad aumentaba, aunque yo ya era suya. Él no sabía. Y fue tan confuso en el momento, que corrí. Me alejé a la mayor velocidad que pueden los pies sin parecer maleducados. Entre la gente, amigos y desconocidos; extraños e incomprendidos. Ahora que lo pienso, ¡qué movimiento tan torpe! Torpe e inútil porque por más que huyera, yo ya estaba con él.

    Pero el corazón es ciego, el alma caprichosa y la mente soberbia. Lo negué con la inmadurez de una adolescente mientras me alejaba de él. ¡Qué mentirosos somos con nosotros mismos!
Lo que tenía que suceder, sucedió. Su mano envuelta firmemente en mi muñeca fue mi freno, y mi acelerador por el resto de mis días.

    Él era un desastre, pero era tan mío…

     Aquí, en mi pecho, antes de él, se sentía socavado.
    Él hizo suyo cada pedazo de mi corazón roto. ¡Qué paciencia! Besó uno a uno, los apretó en sus manos, los pegó, les dio forma. Era su propiedad. Se lo pudo haber quedado, pero me lo regresó. Lo devolvió a mi pecho. El arquitecto de mi vida.

    Fue tanto amor en tan poco tiempo que a veces juro que fue un sueño. Si de verdad lo soñé, mi único deseo entonces será dormir. Con él, en él.

    La vida pasa por la gente normal. Él la caminaba y me enseñó. A partir de él, cambié el pavimento por el cielo, el café por el té, los zapatos por pies descalzos, las almohadas por su pecho, mi soledad por su piel. Y fue perfecto nuestro mundo. Tan sólo y tan lleno. Tan suyo. Tan suya.
Comprendí el significado de que amar tanto, duele. Era una felicidad tormentosa y un amor punzante. ¡Qué delicia sufrir y vivir amor!

     Finalmente como la primavera, los dulces, la risa, una canción, la lluvia, se terminó.
  Se acabó sin punto final pero con un suspiro asfixiante. No puedo recordar (o no quiero). ¿Discusiones? ¿Opiniones encontradas? ¿Un mal gesto? ¿Errónea palabra? ¿Qué hicimos? ¿Por qué? Si te amaba. Si te amo.

     Pero pasó.

    El caminar que me enseñó me sirvió después de él. Sus palabras de aliento y de amor me hicieron creer. Su ausencia me dio fuerza y esperanza de comienzo.

    A pesar del tiempo y aunque este cuerpo siga erosionándose al vaivén de las olas de la vida, sigo siendo un desastre. Pero sigo siendo suya.