Hoy quiero vivir contigo y vivir por ti.
Se me olvida ver el cielo,
no recuerdo el sonido del mar,
Hay noches que ya no duermo porque no puedo soñar.
Mi nariz no se da cuenta que me cuesta respirar.
Hay que apreciar las sonrisas;
estoy aprendiendo a rezar.
Apenas voy entendiendo qué fácil es perdonar.
Y la vida me pasa, me pasa,
sin yo verla pasar,
O sentirla, o admirarla,
o creerla tan genial.
Voy caminando por calles.
Calles de nadie, calles mías.
Y estoy pensando en ti.
Estoy pensando en mi vida.
Qué ilusos somos
de creerla nuestra, a nuestro alcance.
Qué egoístas estar en ella
sin ayudar a nadie.
Opino, opino,
digo todo, entiendo nada.
Desilusión de mí misma, de mi alma, de mi espada.
Espada que prometí blandir
para defender al débil, ayudar al indeciso,
amar al ignorado en el momento preciso.
Es entonces que la imagen del espejo me ve fijo.
Inclina su cabeza.
Evita mis ojos, ataca mi entereza.
Critica mis decisiones y mis proezas.
Y me hace sentir
el último eslabón de la cadena.
De una cadena anti-humana.
Una despectiva, injusta, ingrata.
Y yo levanto los ojos.
No le arqueo la espalda.
Le sonrío a la vida porque aún hay esperanza.
Porque hay nuevas oportunidades que no vienen con el alba.
Que las hacemos creyendo,
que las hacemos con calma.
Me abro a los sueños locos, a las sonrisas, al drama.
A proteger a mi mundo siendo buena, desde dentro.
Y sin conocerte, sin rogarte,
sin decírtelo al oído.
Hoy voy a vivir por ti.
Hoy quiero vivir contigo.